miércoles, 14 de septiembre de 2016

"(Naturally)"

No tengo una habitación especialmente grande.
Tamaño estándar.
He podido aprovechar el espacio para poner un tocador.
Siempre había querido tener uno.
Tengo muchas cremas, perfumes, maquillajes, ...
Antes los usaba cada semana: un día a la semana tocaba salir.
Ahora a penas los uso, como mucho una vez al mes o cada dos meses.
Así que el tocador está ahí.
Frente a mi cama.
Me mira con sorna.
Me recuerda que ya no tengo motivos para peinarme.
Ni para usar pintalabios.
A veces me parece que ha cobrado vida, como "En la Bella y la Bestia", pero en versión malvada y cruel.
Lo peor del tocador es el espejo.
Un espejo enorme.
Lo evito.
Busco el ángulo muerto de la habitación, como si el espejo fuese la telepantalla de la que se escondía Winston Smith en "1984".

Últimamente me resulta irónico que el espejo me devuelva un reflejo. Fuera de mi habitación he empezado a sentirme invisible.
Inúti e irrelevante para todo aquel que me rodea y que alguna vez formó parte de mi vida, o yo formé parte de la suya.

¿Hay salida a esta tristeza?
 
Fotograma de la película Tiempo de valientes; con los actores Diego Peretti y Luis Luque.
Si no hay salida, hay tragedia. Porque como bien dice Diego Peretti en "Tiempo de valientes": "No hay tragedia; porque hay salida. En el momento que entendemos que hay una salida futura, el presente se nos vuelve menos trágico".
Pero, ¿y si no hay salida futura?
Como dijo Jorge Manrique, "a nuestro parecer cualquier tiempo pasado fue mejor" y la felicidad tiene y tendrá siempre un carácter retroactivo.
Ahora cada mañana, cada día que pasa, "para dejarme KO llegó la realidad y con un mero toque me cortó en pedacitos" (fragmento de la letra de la canción "Alone again" de Gilbert O'Sullivan, que pone título a este post).
Y así estoy ahora: "cut into little pieces".

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