jueves, 27 de octubre de 2016

"It was just that the time was wrong"

Los Dire Straits lanzaron al mundo la canción Romeo and Julliet (pinchar aquí para la canción, con la letra original) probablemente conocedores de su grandeza e intuyendo la fama que podría alcanzar. Pero nunca sabrán lo que significó para cada uno de nosotros a los que les supuso algo más allá de disfrutar de la MÚSICA (con mayúsculas). 
Algunas canciones, como esta, cuando llegan a un joven procesador emocional neurótico egocéntrico y melodramático parecen escritas para ti...
¿Seré yo la única que quiere creer eso de que "lo único que hizo que fallase fue que no era el momento"? ¿O tú también lo crees/creíste/quisiste creer?
No deja de resultar extraña, por habitual que sea, la circunstancia de las relaciones perdidas. La paradoja: esa circunstancia tan común y banal, totalmente universal; pero vivida como única y genuina, una y otra vez.
Esa persona que forma parte de tu vida. De cuya vida formas parte. 
Y casi de repente, sin previo aviso, eso se acaba. 
Bien o mal. 
Despacio o rápido. 
Pero se termina agotando. 
Se consume.
Se extingue. Como el fuego.
Y uno quema y el otro acaba quemado. O los dos queman y son quemados.
Y si te queman, a lomos de esa paradoja terminas en un páramo yermo de naturaleza incierta que esperas sea un destino temporal. 
Sin embargo, pudiera ocurrir, que lo que creíste meses se tornsen años y entonces se cerniese sobre ti esa temible pregunta "¿saldré de aquí alguna vez?"
Y sin darte cuenta, año tras año, sigues siendo esa maleta olvidada en la estación, demasiado valiosa para dejarla en casa pero no lo suficiente para volver a por ella.
Donde crees que te dejó él. Donde te has empeñado en quedarte. De donde no has salido; tal vez porque no sabes, tal vez porque no quieres.
La sección de objetos perdidos. 

Y aunque has aprendido a fingir que ya no te importa. 
Incluso cuando llegas a olvidarle.
Y llegas a querer. Y a desear.

Llega esa fecha en el calendario. 
Encuentras ese viejo abrigo raído, con los bolsillos llenos de recuerdos.
Una entrada de cine.
Esa canción o ese libro. 
El anuncio de aquel perfume.

¿Por qué pasé de saberlo todo de ti, cada día, a no saber nada? Ni siquiera sé donde estás, ni si estás bien. Y tú tampoco. Y a mí me preocupas, ¿cómo puede ser que yo a ti no?

Aunque ya nunca pienso en ti.
Porque ya no estoy enamorada.

Y aún así, no puedo evitar preguntarme: ¿volveré a verte algún día? ¿Habrá "otro tú"? ¿Llegará ese que te destierre? Y si llega, ¿se fijará en mí? Y si se fija, ¿me daré cuenta?
Pero ninguna de esas preguntas importa. Hay una pregunta inicial que hacerse y que tarde o temprano tendré que responder: "¿es aquí donde quiero estar?"
Y la respuesta es aún mas triste que tener que formular la pregunta: "supongo que sí".

Sin saber porqué, aún hay noches en las que te echo de menos. Tu recuerdo me desvela. Me inspira. Y no fue para tanto. Sin tanto cine y tanta novela tal vez nunca hubiese idealizado aquello. Ni a ti. Tal vez si me pasase ahora lo dejase correr. Tal vez no fuese un buen momento, pero fue el único que tuvimos. Y sólo volvería atrás para verlo de nuevo y ser capaz de distinguir fantasía y realidad. Pero no cambiaría nada. Quisiera haber grabado cada minuto contigo. Y es que hay momentos cuya importancia no descubres hasta mucho tiempo después. Y quisiera tener algo tangible, algo a lo que agarrarme, cuando el insomnio me lleva a donde quiere y mi mente pone palabras en tus labios que ya no sé si dijiste o no.

Es una empresa ardua, por no decir imposible, escribir sobre algo tan trivial como esta situación, estos sentimientos... Tantas obras, de cualquiera de los 7 artes, basadas única y exclusivamente en la trágica (comedia) del amor no correspondido. Del amor que se consume. Del apasionado, amargo y dulce dolor de los jóvenes corazones y las jóvenes pasiones que conservan algo de pureza. 

En un día como hoy, hace a penas cuatro años, ni siquiera te conocía. 
No lo vi venir. 
Como pasa en las buenas historias de amor. 
Pasan sin quererlo. 
Y sin drama. 
En las buenas historias de amor el drama llega cuando se acaban, y sólo para aquel que no quería que se acabase... Para mí, ¿o no? Tal vez tú también hayas estado donde yo estoy.
Sí, me gusta pensar eso, es reconfortante. Aunque una pérdida de tiempo, porque nunca lo sabré. 
Y qué importa, si aquí está mi madrugada, dedicada a ti sin remedio. 
Fotograma de la película "Bajo el Sol de la Toscana"


En Bajo el Sol de la Toscana, Frances, la protagonista encarnada por Diane Lane, pasa por un doloroso divorcio y deja Estados Unidos para terminar comprando de forma fortuita una villa destartalada en la Toscana italiana. La escena con la que puedo resumir todo lo que, con mayor o meno acierto, he intentado decir con estas palarbas, es esa en la que su amiga embarazada interpretada por Sandra Oh llega de visita, tras haber roto también con su pareja, y en medio del desasosiego de la noche le pregunta a Frances sollozando: "¿cómo lo haces? ¿cómo haces para seguir respirando?"

No hay comentarios:

Publicar un comentario